UN PAPÁ, DOS BEBÉS Y UN FIN DE SEMANA (SIN AYUDA)


 

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UN PAPÁ, DOS BEBÉS Y UN FIN DE SEMANA (SIN AYUDA)

Francisco García Pimentel

@franciscogpr

 

Mi esposa y yo estamos esperando nuestro tercer hijo. Estoy emocionado de que llegue, por supuesto, a pesar de que solo tengo dos manos, y a mi coche solo le caben dos sillas.  El tercero tendrá que romper algunos esquemas, y eso nos vendrá bien a todos.

Ya vamos por el séptimo mes, lo cual significa panza grande, mal humor y dolores de espalda. Y no me refiero solo a mí. La semana pasada Mónica no podía casi moverse y la señora que nos ayuda salió algunos días de viaje. El resultado fue que durante un fin de semana largo tuve que ser amo de casa. El amo del universo, como He-Man.

No problem.

La primera mitad del primer día transcurrió sin problema. Desperté a los niños, les di su leche de la mañana; le puse el uniforme a uno y vestí a la otra; los senté para darles el desayuno. A la chica le gusta revuelto con jamón; no hay problema. Al grande, estrellado con tostada. Fáaacil. A mi esposa chilaquiles. A poco de que fueran las nueve llevé al grande al kínder; llegamos un poco temprano, pero no pasó nada. ¿Vieron?

Regresé y lavé los platos, jugué un rato con la chica, la mandé a dormir y hasta alcancé a hacer algo de trabajo. Error número uno. Cuando se despertó hambrienta, no había preparado la comida; pero como soy un as en estas cosas, la entretuve con un poco de jugo y una galleta maría. Error dos. Cuando por fin le di su colación (una mezcla de nutritivas frutas), no comió nada. Prefirió tirársela en la cabeza.

Era hora de recoger al grande del kínder. Salió cansado y hambriento. Dice que quiere Mac & Cheese. Pero no, hijo, el pediatra nos dijo que tenemos que tener en cada comida una mezcla de proteínas, vitaminas y cereales. Aquí está esta carne molida con arroz y calabazas. ¿En dónde entregan el premio al papá del año? Ah… veo que no pretendes comerte la carne. Ok. Ok. Ok. Bueno; una calabaza. ¿No? Media calabaza. ¿Tampoco? Vale, vamos negociando (así se educa la libertad), cómete un grano de arroz y vamos a la siesta. Bueno, ya está. Yo me lo como. No pasa nada.

El grande se durmió, pero la chica, nada. Prefiere bailar con el juguete ese que se cree que mi depa es Ibiza. Ta tatata taTATTATATA. Ok, puedes bailar un poco, pero no despiertes a tu hermano. ¿A qué huele ahora? ¿Vinagre de berenjena? ¿Hígado encebollado? Santa Eduviges, hija preciosa ¿qué te has hecho en el pañal? Bueno, ya está. En un dos por tres arreglamos eso. ¿Quieres ahora un biberón? Muy razonable.

El biberón está por aquí… les prometo que lo he visto ¿No acababa yo de limpiar la cocina? ¿Y la sala y el baño? Tiene que estar en algún lugar el biberón. ¡Ah! Aquí está. Ni idea de cómo llegó hasta el punto más escondido tras el librero, pero eso ya no importa ¿Qué se acabó la leche? No hay problema. Sé que te gusta el jugo de… esto que hay aquí. Ya está. Todos felices. ¿Otro pañal? Ok. Todo sereno.

Parece que se quedó tranquila viendo tele. ¡Tengo diez minutos! Bien. Puedo mandar el email que tengo pendiente. O puedo ir al baño (¿he ido al baño hoy?). También podría comer. Creo que quiero comer. Pero voy a sentarme dos minu…

Nop. No. Ya se despertó el grande. De acuerdo, ya no puedo estar en casa. Vamos todos al parque, ¡está soleado! Así sin preparar nada, vámonos y ya. Nomás reviso a mi esposa, le dejo su comida, cierro las ventanas, preparo pañalera, les pongo zapatos, les pongo su suéter, les doy un juguito, pongo a hervir el agua, busco la carriola, les vuelvo a poner zapatos porque ya se los quitaron. Los llevo al baño a que hagan pis, cambio otro pañal, reviso que no falte nada en el refri. Ah, sí, falta leche. Ahorita compro en el Oxxo. Nomás me tomó cincuenta minutos salir al parque. Pero ya no está soleado. Cinco chamarras, por si acaso.

Si, ya veo que puedes echarte de la resbaladilla sin manos y de cabeza. Aprovecha que no está mamá. No, eso no se come. No, ese juguete no es tuyo. Voy a tomarte un video. Ok, si no quieres no. ¿Y tu hermana? ¿Y TU HERMANA? Ah, la tengo cargada. Qué susto. Veo que estás sucio, lastimado y agotado. ¿Nos vamos? Bueno, otro ratito.

Ya son las seis, hay que irnos. Es hora del baño. Quédense aquí mientras lleno la tina. No le pegues a tu hermana. Que no le pegues. ¿Vieron cómo no he gritado hoy? La revista Cosmopolitan dice que los papás que gritan no son lo de hoy. Me mantengo tranquilo. Bueno vamos. Ya está. Báñense. Hoy ni jabón ni champú, que esto no es spa. Jueguen en el agua cinco minutos y ya. Diremos que se bañaron;  si ustedes no dicen nada, yo tampoco.

Vamos a cenar ahora ¿No había yo limpiado la cocina, ya? ¿Quién puso a Mickey Mouse en el horno? ¡Agg se me olvidó ir al Oxxo por leche! ¿Se puede hacer leche con harina? No, eso es engrudo. ¿Se puede tomar el engrudo? Bueno, olvídenlo. Hay Mac & Cheese para todos.  Ya habrá tiempo para proteínas y vitaminas y minerales. Hoy hay plástico con pintura. Pero es la última vez.

Hola, soy Peppa la cerdita… excelente. Tengo unos diez minutos. Voy a limpiar la cocina, la sala, el cuarto, ir al baño, preparar la cena para Mónica, ponerme algo más cómodo y enviar ese mail que es urgente. ¡Oh Dios, no! ¿Cómo que llevan cuarenta minutos viendo Peppa? Por favor no le digan a nadie, me van a quitar mi licencia. Vamos a dormir.

¿Y tu cobijita? Hay que lavarte los dientes. ¿Y tu hermana? ¿Y TU HERMANAA? Ah, ya la acosté, qué susto. A ver, un cuento. Érase una vez… tan tan. Ya no te salgas de tu cuarto.

Bueno, ahora el tiempo de adultos. Excelente. Vamos a ver una película en Netflix. Nomás preparo algo. ¿Qué no había yo limpiado ya la cocina? ¿Cuántas veces al día se limpia la cocina? Voy a pedir pizza. Estoy a dieta, ya sé. No me juzguen. Que no me juzguen, dije. Con orillas de queso, por favor. ¿Media hora? Que sean quince, por favor.

¿Qué haces fuera de tu cuarto? Ok, vamos a hacer pipí. Pero rápido. Tengo planeada una noche de película con tu madre. Vete a la cama. Por favor. Te lo ruego. La revista “padres” dice que tu cuarto debe de ser un espacio seguro y feliz, pero te aseguro que si no te vas en este momento va a venir el Coco con ojos de fuego a sacarte las tripas. ¿Ok? Ok.

Ya llegó la pizza. Ya está la película. No he mandado el email. Bueno, lo mando mañana. Mañana seguro sí tendré tiempo. Me voy a organizar mejor, ya verán. Ya solo faltan dos días de fin de semana sin ayuda, y voy a sobrevivir, tan seguro como que me llamo Fernando.

O Francisco, como sea. ¿Ya te saliste de tu cuarto? Ah, tu almohada está desacomodada, vaya. Pues acomódala. Ok, yo te ayudo. Pero es la última vez.

Ya son las once de la noche. La película no estuvo mala. La casa parece el Zócalo en 16 de septiembre. Pero tengo diez minutos de tranquilidad, por fin. Creo que no he ido al baño en todo el día. Mañana tengo un día planeado; vamos a ir de paseo, a los museos; vamos a construir un fuerte, pintar acuarelas; visitar a los tíos, comer verduras. Seremos la familia perfecta.

Pero eso mañana. Por hoy, cuatro cosas tengo claras.

La primera, que esos dos enanos que no se comen su carne me llenan el corazón. La segunda, que esto es lo que hace Mónica todos los días, y no sé cómo lo logra. Tercera: que pronto habrá uno más en la familia. Cuarta: que ese email puede esperar.

Por la noche tuve pesadillas horrendas, en las que Peppa la cerdita le pedía a Thomas el tren que ya dejara de cantar Let it go. Pero Thomas nunca dejaba de cantar. Nunca.

***

Francisco es abogado de día, niñera de noche. Sobrevivió al fin de semana, y confía en que pronto el Discóvery Channel haga un documental sobre su hazaña. Síguelo en twitter @franciscogpr

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