RUMBO AL HOSPITAL: 20 REGLAS PARA LA VIDA
Por Francisco García Pimentel
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Ya tenemos las maletas hechas; hoy nos vamos al hospital. Mañana –si todo sale bien- tendremos en casa un nuevo integrante. Nuestro tercer hijo. Apenas ayer paseábamos como novios, sin preocupaciones por el mundo; hoy hay más carriolas que autos en la casa.
La responsabilidad de cuidar a un hijo –o tres- es mucho mayor que la que deberían darme en circunstancias normales. Con trabajo puedo cuidar de un cactus, y apenas puedo cuidar de mí mismo. Pero estoy dispuesto a ser otro porque sé que ahora alguien espera de mí todo, y además aprende más de lo que hago que de lo que digo.
No sé si viviré hasta viejo; si podré pagar la mejor educación o si dejaré una herencia cuantiosa. Ojalá que sí; pero entre tanto ahora, a horas de irme al hospital, con el corazón veloz y las piernas medio débiles, puedo dejar esto a forma de testamento, por si acaso: algunas reglas del juego para mis hijos.
No pretendo que sean universales, sino para mis hijos, que desde que han nacido poseen la más grande de las riquezas: salud, sonrisa y una familia que los quiere y cuida. De verdad, no hace falta pedir nada más a la vida, porque ya tienen la materia prima para llegar a donde quieran. Léanlas en cuanto puedan leer, y léanlas otra vez cuando puedan entender. Después léanlas cuando se les olviden, pues se les olvidarán sin duda.
Queridos hijos: Escribo esto no porque sea sabio, sino porque no lo soy. A mis treinta y cuatro años estas son las reglas del mundo según lo entiendo. Muchas las aprendí de mis padres, muchas otras a lo largo del camino; otras más están ausentes, porque me quedan por aprender. Estas son mis reglas para la vida.
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Trata con respeto y cariño a todas las personas que conozcas. Al mesero del restaurante; a tu compañero de quien otros se burlan. A todos. Nada hay más vulgar en el carácter de una persona que la crueldad hacia otro ser humano.
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Juega todo lo que puedas, canta a todo volumen, nunca pierdas la curiosidad ni el asombro.
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Graba esto en letras de oro: en todo lo que pretendas lograr, el hábito es más importante que la cantidad. Ahorro, salud, ejercicio, estudio…
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La forma más segura de perder tiempo y paz es compararte con otros. No eres el más rico de la escuela y ¿sabes? a nadie le importa.
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“Por favor, gracias”. Junto con la verdad sincera, estas dos palabras son, de verdad, mágicas y abren miles de puertas. Peinarse y planchar la camisa también ayuda.
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Mantén una mascota –la que tus circunstancias permitan-. Aprenderás mucho de orden, responsabilidad, cariño y del valor de la vida.
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Cada vida humana es sagrada. Ninguna sobra. Ni una sola.
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Existe la verdad: búscala. Defiende tus principios y respeta los de los demás.
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Trabaja como si todo dependiera de ti; reza como si todo dependiera de Él.
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El mundo es gigantesco, pero tan pequeño como quieras hacerlo. No vinimos al mundo para estar cómodos, sino para crecer.
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No pierdas oportunidad para conocer nuevas personas. Ve a esa fiesta, aunque te dé flojera. La mayoría de las amistades, negocios y aventuras salen de donde menos esperas.
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Quien te diga que el dinero no importa, miente. El dinero es importante. Aprende a ganarlo con honestidad, ahorrarlo con constancia, crecerlo con inteligencia y gastarlo con prudencia. Después ve el punto 17.
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Cuida a tu familia y a tus buenos amigos. Nunca dejes de estar para ellos, aunque el mundo se venga abajo.
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¿Karate, pintura, alpinismo, teatro, poesía, carpintería? La respuesta es SÍ: inténtalo.
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Lee, lee, lee. Encuentra esa autor que va a poner de cabeza tu existencia. Una de las pocas cosas por las que vale la pena desvelarse.
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“Dedícate a lo que amas” es solo la mitad de un buen consejo. Dios te dio talentos, y de ellos te pedirá cuentas. Descúbrelos y desarróllalos. De las cosas para la que tienes talento, elige una que ames. Esa es la receta.
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Cualquier bien que la vida te dé –dinero, fama, éxito, autoridad, talentos- es para ayudar a los demás. Lo digo en serio.
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En cuanto puedas, crea y mantén una colección. De lo que sea: monedas, sellos, libros o bichos. Hará más interesante todos tus viajes y paseos.
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Con excepción de tu rasuradora y tu ropa interior, todas las cosas que tienes son para compartir. Todas.
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Ama a tu país, ama al planeta y deja a ambos mejor que como los encontraste.
En fin, ahora sí ya me voy al hospital, tu mamá me está llamando y, bueno, creo que bien vale la pena agregar un punto a la lista:
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Obedece a tu mujer. Ella es tu camino a la grandeza. Y viceversa.
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El autor es abogado y padre de familia. Pensaba incluir en la lista el hecho de que Cruz Azul es el mejor equipo del planeta, pero eso es algo que sus hijos aprenderán por si mismos en cuanto tengan dos neuronas. Está considerando seriamente expandir esta lista y hacer un libro, aunque solo tenga tres lectores. Síguelo en @franciscogpr
One response to “RUMBO AL HOSPITAL: 20 REGLAS PARA LA VIDA”
Bravo !!! Tengo 52 años y 5 hijos adultos y te voy a copiar tus consejos para ellos si, pero más para mí! Jiji algunos vividos, otros por cumplir, pero me ilusiona que tengo mucho por hacer todavía y que mis hijos vean que nunca se deben rendir, ese será mi legado!!
Gracias por compartirlo y Felicidades por afortunado nuevo bebe!!
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