EL VIAJE DEL CAVERNÍCOLA
Francisco García Pimentel
“Si le hubiera preguntado a la gente qué querían,
hubieran dicho caballos más rápidos”
Henry Ford
Dos cavernícolas tuvieron esta discusión: Si algún día existen demasiados humanos en la tierra ¿tendremos que vivir unos encima de otros? ¡Eso es imposible!
Y hoy, algún tiempo después, los humanos vivimos unos encima de otros, en edificios. No solo es posible, sino que nos parece obvio.
Dos personas en la antigua Grecia filosofaban: el hombre jamás volará. No tenemos alas.
Algunos siglos después el hombre se construyó sus propias alas; ahora se realizan más de 30 millones de vuelos comerciales cada año.
Tres ilustrados discutían si algún día sería posible enviar una carta de París a Turquía en menos de dos días. ¡Es imposible! Se dijeron. No hay barco que navegue tan velozmente.
Hoy el papel no es necesario y enviamos más de mil millones de correos electrónicos al día, mismos que llegan al otro lado del planeta en segundos.
Llegar a la luna, a marte, crear automóviles rápidos; usarlos sin gasolina, elevar el nivel de vida, terminar con enfermedades, el teléfono, el internet… El 99% de las cosas que hoy disfrutamos y damos por sentado alguna vez fueron consideradas imposibles.
Algunas no solo parecían imposibles, sino que estaban más allá de toda imaginación posible. Hace apenas 100 años la esperanza media de vida en Europa era de (¿listos?) 35 años ¡35 años! Hoy es de 70. No había teléfonos en las ciudades y las guerras se peleaban a caballo. Ya ni hablamos de televisores, tratamientos, celulares o páginas web. Proporcionalmente hoy el mundo tiene menos guerras, menos hambre y menos enfermedad que en cualquier otro momento de la historia registrada.
Es verdad, no lo niego: el mundo actual nos presenta problemas que parecen infranqueables.
Hoy, como los cavernícolas que nos precedieron, nos miramos y decimos: ¿Limpiar los mares? – Imposible. ¿Detener el cambio climático? – Imposible-. ¿Reducir el hambre, la pobreza, la guerra, la enfermedad? -¡Imposible!
Y esa palabra, “imposible” hace que se nos detengan las neuronas; vemos el mundo negro y sin esperanza. Y cuando la esperanza muere, el miedo nace y el garrote aparece.
La historia nos ha enseñado que el hombre evoluciona para superar los obstáculos más difíciles, y que de las peores crisis nace también el desarrollo y la solidaridad. Ahora que la curva de desarrollo avanza más rápido que nunca ¿Cómo sabremos lo que será el mundo en 100 años más? Seamos francos: no tenemos ni idea. No se nos permite ver el otro lado del planeta; sólo hasta la siguiente colina. Es nuestra tarea caminar hasta ella. Y después a la que sigue. Ten fe y haz tu parte.
Aquí me uno a la noción de Peter Drucker: “La mejor forma de predecir el futuro es creándolo”. Por lo menos, soy convencido firme de que el espíritu humano es más grande que el político en turno o que la crisis a mano.
En cada generación existen distintos personajes: los que flotan, los que se quejan, los que sobreviven, los que se superan, los que destruyen, los que construyen y los que transforman.
Elegir personaje –sobra decirlo- está en manos de cada quien.
La civilización avanza igual, como un tren a toda velocidad. Mientras algunos nos debatimos entre subirnos al tren o quedarnos en estación, otros están haciendo mejores trenes. Esa es la gran oportunidad y nuestra única opción para dejar de ser –como seguimos siendo- cavernícolas.
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El autor es abogado y autor. Es fan de subirse a las cimas de las montañas y cerrar los ojos. Síguelo en redes @franciscogpr www.facebook.com/dibujomentarios
One response to “EL VIAJE DEL CAVERNÍCOLA”
[…] Como he dicho antes, la historia nos ha mostrado que ante los grandes problemas que nos han puesto en jaque, la creatividad humana ha logrado superar –muchas veces, con creces- los retos que se presentan. […]
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